domingo, 18 de diciembre de 2022

HOY HACE 26 AÑOS QUE CORDOBA LLORA A SUS POLICIAS

Levantamiento de los cadáveres de las policías asesinadas

Jesús, cabo primero de la Guardia Civil de Bujalance y por aquellos días Comandante de Puesto de la Unidad, se encontraba descansando en su pabellón, ya que la mañana había sido muy ajetreada, debido al grave suceso ocurrido en la Capital, cuando en el cuarto de puertas del Cuartel, sobre las 18 horas, se recibió llamada telefónica desde el bar “Siete Puertas” de la localidad, informando que en el establecimiento se hallaba un raro individuo, al parecer con acento extranjero y herido en uno de sus brazos.


Comisionado a través de la radio por sus jefes para atender el aviso, recurriendo a su experiencia de perro viejo, decidió ser él mismo el que atendiera el servicio, en unión de otro compañero, acordando ir en su coche particular y de paisano, a la vez que solicitaba el auxilio de otra patrulla uniformada, que deberían permanecer alejada del lugar donde se iba a producir la actuación.

Así ambos agentes llegaron a la Plaza de Andalucía y dejaron aparcado el vehículo, comenzando un itinerario a pie, como cualquier otro habitante del pueblo, por la acera próxima a la cristalera que, en forma de ángulo recto, dejaba ver perfectamente el interior del bar, tanto en la parte de la plaza, como en el tramo correspondiente a la calle García Lorca.

El cabo Jesús, se le erizo el bello, nada mas ver, a través de la cristalera, la cara del hombre forastero que se hallaba sentado casi en el centro del establecimiento, en una mesa. Enseguida y recordando las fotos que habían enviado desde la Comandancia por la mañana, lo identificó como uno de los peligrosos atracadores que, al inicio de la jornada en Córdoba, habían intentado robar en la sucursal principal del Banco de Santander y en su huida, habían asesinado a dos mujeres, policías locales de la Capital.

Puesto de acuerdo inmediato con su compañero, decidió el cabo Jesús acceder al bar por una de las puertas laterales de la calle García Lorca, para así sorprender por la espalda y de improviso a aquel individuo, decidiendo ir él por delante y su compañero detrás, cubriendo una posible eventualidad, con la mano en la pistola reglamentaria que llevaba bajo su cazadora. 


Claudio Lavazza
El cabo Jesús, cuando estuvo como a un metro del lugar donde se hallaba sentado aquel individuo, se abalanzó sobre él, llegando incluso a volar un instante, tirándole al suelo gritando “alto Guardia Civil”, no oponiendo ninguna resistencia el forastero, poniéndole inmediatamente los grilletes que llevaba a tal fin, mientras su compañero permanecía al lado, encañonando al detenido con su arma.

Tras cachearlo, le hallaron una pistola y tras preguntarle si era Claudio Lavazza y así admitirlo el detenido, le instruyeron de sus derechos y de los delitos que se le imputaban, haciéndole entrega a la pareja uniformada, que llegaron al lugar inmediatamente de ser reducido el detenido, quienes le condujeron al Cuartel de Bujalance, para instruir diligencias e informar inmediatamente al Juez de Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Montoro, en funciones de guardia, que habían procedido a la detención en este Partido Judicial, del peligroso atracador implicado en el robo del banco en Córdoba, aquella misma mañana del 18 de diciembre de 1996.

 

LAS VICTIMAS

MARIA ANGELES GARCIA GARCIA, tenía 40 años y era una Policía Local del Ayuntamiento de
Córdoba, viuda y madre de dos hijos menores de edad en el momento de su asesinato. Asesinada.

MARIA SOLEDAD MUÑOZ NAVARRO, de 36 años, natural de Piñel de Abajo (Valladolid), estaba casada y sin hijos. Asesinada.

MANUEL CASTAÑO PINEDA, un cordobés de 30 años, casado y con dos hijos de 4 y 2 años en el momento de los hechos. Que resultó lesionado con parálisis irreversible de cintura para abajo, desde aquel día.

Mª Ángeles García y Mª Soledad Muñoz
Tras producirse el robo de 71 millones de pesetas y 9 kilos de oro en joya, junto a la Plaza de las Tendillas, en la Oficina principal que tenía el Banco de Santander en la Ciudad de Córdoba, hoy tienda de cosmética Primor, los atracadores, al haber sido retirado por la grúa su vehículo por estar mal estacionado, vieron como su plan se venía abajo, por lo que a punta de pistola robaron otro, al concejal socialista Joaquín Dobladez, que pasaba en aquellos instantes por la calle Málaga y llevándose como rehén, al vigilante de seguridad Manuel Castaño, emprendieron la huida. Uno de los atracadores, de apellido Pontoillo huyó a pie por su cuenta y se refugió en el hotel Boston de la Plaza de las Tendillas, donde fue detenido.

Comenzó una huida como en las películas, por Claudio Marcelo, Alfaros, Puerta del Rincón y Plaza de Colon, llevando detrás y pisándole los talones un coche policial, el Citroën ZX 1.6 Avantage, conducido por la policía local María Ángeles García García, acompañada de su compañera la también policía local María Soledad Muñoz Navarro. Al llegar a plaza de Colón, a la altura de la avenida de América y tras chocar el coche de los atracadores contra otro coche ya que se había provocado un atasco, Lavazza se bajó del coche en el que iba y acribilló a Mari Ángeles y Marisol, cuando se encontraban paradas con su vehículo. 

Posteriormente se producirían los hechos que dejaron paralitico a Manuel Castaño y que referiremos después.

LOS VERDUGOS:

CLAUDIO LAVAZZA, es un delincuente profesional italiano nacido en Maggiore el 4/10/1954, líder de un grupo anarquista denominado “Proletarios Armados para el Comunismo”, bajo cuyas siglas cometió numerosos atentados en Italia por los que fue condenado en rebeldía a cadena perpetua, encontrándose desde hacía dos décadas huido de la justicia, hasta que fue detenido por el cabo Jesús de la Guardia Civil de Bujalance.

Fue el autor material del asesinato aquel día, de las policías locales María de los Ángeles García García, de 40 años, y María Soledad Muñoz Navarro, de 36 años, a quienes acribilló a sangre fría y a boca jarro, con una ráfaga de subfusil de guerra mientras trataban de huir los delincuentes y las asesinadas, se encontraban detenidas con su vehículo policial, debido al atasco que se produjo, en el paso de peatones existente en la confluencia de la calle Acera de Guerrita, la avenida de América y la glorieta de Los Llanos del Pretorio.

Manuel Castaño
Tras asesinar a las policías, tanto Lavazza como sus compinches continuaron la huida, hasta llegar a la confluencia de la avenida de América y Los Omeyas, donde fueron interceptados por varias dotaciones policiales, produciéndose un importante tiroteo, en el que resultó lesionado Manuel Castaño Pineda, Vigilante de Seguridad de una empresa de transportes de fondos, que fue tomado como rehén a la salida del banco y utilizado como escudo humano en el tiroteo, recibiendo 3 impactos de bala, que le produjo una parálisis irreversible de cintura para abajo, desde aquel día.

En ese lugar, fueron detenidos dos de los tres autores del robo que viajaban en el coche a la huida, el italiano GIOVANNI BARCIA nacido en Palermo el 23/7/1964, amigo y mano derecha de Lavazza, integrante del grupo “Anarquía y Provocación” y vinculado a movimientos independentistas armenios, el cual llego a Córdoba días antes, acompañado del también italiano MICHELE PONTOLILLO nacido en Pinarolo en septiembre de 1971, miembro de grupos okupas italianos y que había sido ya detenido por estos hechos en el Hotel Boston de la Plaza de las Tendillas, y el argentino, GIORGIO EDUARDO RODRIGUEZ nacido en Buenos Aires el 16/10/1959, que dirigía una empresa de fabricación de quesos (Mozzitalia SL) y diversas pizzerías en Alicante. Lavazza no pudo ser detenido en Los Omeyas, ya huyó del lugar del tiroteo, robando un taxi en la parada que había en avenida Medina Azahara, junto a la puerta donde se hallaba la empresa de transporte Alsina Graels.

Lavazza y Barcia, en el momento del atraco, eran buscados en Italia por el secuestro y homicidio de Mirella Silocchi, a la que secuestraron el 20 de julio de 1989 en Collechio, localidad cercana a Parma. Ambos cortaron una oreja a la mujer y se la remitieron a su marido para que hiciera efectivo el pago del rescate, aunque la mujer falleció días después de hambre y debido a las heridas que le provocaron. Lavazza también fue condenado a cadena perpetua en su país por otros cuatro asesinatos cometidos en nombre del grupo armado del que era ideólogo y jefe; en Milán acabó con la vida del policía Andrea Campagna; en Udine mató al funcionario de prisiones Antonio Santoro, al joyero Pier Luigi Torreiani y a un carnicero, Lino Sappadin. En España habían cometido atracos, en siete sucursales bancarias en España en dos años (Albacete, Salamanca y Zamora).

La Audiencia Provincial de Córdoba condenó a Lavazza y al resto de su organización a un total de 198 años de prisión que estaban cumpliendo, en centros penitenciarios de máxima seguridad.

Pese a ello y desde prisión, a Lavazza se le relacionó, con algunas facciones de la banda terrorista ETA, en el envío de paquetes-bomba dirigidos a periodistas.

Aquel 18 de diciembre de 1996, día nublado y frío, la desgracia ensañó con Córdoba, arrancándole de sus calles a dos policías locales de su Ciudad, dos ángeles custodios de azul que subían al cielo, convirtiéndose para los anales de la historia en las dos primeras policías mujeres asesinadas en España. Los criminales además, hicieron que la vida de un valiente, Manuel Castaño, nunca volviera a ser igual.

Nuestro respeto y agradecimiento a esas personas, ciudadanos como tú y como yo, que como María Ángeles, María Soledad, Manuel y también Jesús, de forma anónima velaron y velan porque nuestras vidas sean más tranquilas, sean más seguras, poniendo en riesgo sus propias vidas, como aquel día quedó demostrado. Nunca podremos devolverles lo que diariamente nos dan.

Lavazza es trasladado por Agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil desde el Puesto de Bujalance al Juzgado de Guardia.


sábado, 17 de diciembre de 2022

MANUEL ROMAN: PUEDE DEBUTAR CON CABALLOS EN OLIVENZA.

 

Manuel Román en un momento de su intervención.

Esta mañana, con lleno de no hay billetes por la expectación taurina que Córdoba vive, ha tenido lugar un Coloquio en el Museo Taurino de Córdoba, "Navidad en el Taurino" organizado por el Ayuntamiento y la Fundación del Toro de Lidia en Córdoba, con la intervención del novillero cordobés de ascendencia montoreña, MANUEL ROMAN.

El coloquio ha estado dirigido por Rufino Gomera y en él ha participado como estrella del acto MANUEL ROMAN, que ha explicado con su lenguaje justo, cómo llegó al mundo del toro y su dedicación plena desde que conoció la tauromaquia, a entrenar y a torear en el campo, en el que tienta prácticamente todos los días. Hablo el torero también, del cariño que siente por el pueblo de Santaella, donde tiene su primera peña taurina y es muy querido por los habitantes de dicha ciudad, quienes se han desplazado a casi todos los lugares donde él ha toreado.

Tomo la palabra también el decano de los toreros cordobeses, el matador de toros José María Montilla, alabando la técnica y el arte que atesora ROMAN, del que además dijo que es una persona humana y humilde, que junto a su excelsa torería, está creando un clima de expectación entre los ciudadanos de Córdoba, lo que hace que a cada paso que él da por la Ciudad, sean muchos los cordobeses que le preguntan por el torero y por su forma de torear.

También estuvo presente uno de sus apoderados, Juan Collado Ruiz, quien dijo entre otras cosas, que han sido muchas las oportunidades  de apoderar novilleros, que tanto él como su tío Juan Ruiz Palomares, han tenido en estos últimos años, por la gran proliferación de buenos jóvenes novilleros que gracias a Dios están surgiendo, pero que cuando vieron a Manuel Román hace ya algún tiempo, quedaron enamorados de la manera con que éste tiene, de interpretar el toreo, de su personalidad única, de su humildad y respeto con todo el mundo, habiendo surgido la oportunidad de apoderarlo, y no lo dudaron en ningún momento. Que es decisión libre y voluntaria del torero el debutar con caballos la próxima temporada, aunque está preparándose aun de manera intensiva y el tiempo lo dirá.

A preguntas del público señaló Collado Ruiz, que Manuel Román muy posiblemente esté presente en la Feria Taurina de Córdoba 2023, ya que el empresario Sr. Garzón está interesado en ello, el torero le hace mucha ilusión torear en su Ciudad y ya se han iniciado las conversaciones a tal fin. Por último, a otra pregunta manifestó que posiblemente, Manuel Román, debute con caballos, en la feria de Olivenza. Todo ello son proyectos y conversaciones que están pendientes de ultimar.


El apoderado Juan Collado, el novillero Manuel Román y el presentador Rufino Gomera


Juan Collado, Manuel Román, José Mª Montilla y Rufino Gomera


viernes, 16 de diciembre de 2022

MONTORO: VUELCO DE UNA DILIGENCIA EN 1859

 


El viernes 26 de julio de 1859, festividad de Santa Ana, tuvo lugar un hecho luctuoso en este término municipal, con notable repercusión a nivel nacional en aquella época.

Sobre las siete de la mañana de dicho día y como era habitual, una diligencia del servicio general que unía la Corte con Sevilla y Cádiz, osea Madrid-Sevilla-Cádiz, transitaba dirección Córdoba, por la carretera o camino de titularidad pública, a la altura de la Cuesta Pajares, denominación del lugar que todos conocemos y cuyo nombre, se ha mantenido hasta nuestros días.

Cuando dicho carruaje bajaba por referida cuesta y debido a la inmensa nube de polvo levantada, el mayoral que lo conducía, no divisó la presencia de una gran piedra que se hallaba a un lado del camino, chocando con mucha violencia las ruedas con ella, quizás debido a la velocidad de bajada que llevaba la diligencia, lo que provocó que se partiera la lanza de la misma, desbocándose las mulas que tiraban de ella, sin que el mayoral pudiera contenerlas, descontrol que hizo que el coche volcara, con todos los pasajeros dentro, entre los que viajaba una pareja perteneciente a la Guardia Civil, cuyo cuerpo había sido creado 15 años antes.

Los agentes salieron del coche siniestrado como pudieron y enseguida, comenzaron a prestar auxilio al resto de aturdidos viajeros, apreciando que no habían sufrido lesiones, salvo uno de ellos, que tenía contusionada una de sus piernas.

Seguidamente, pudieron comprobar como el mayoral que conducía el carruaje, se hallaba bajo una de las ruedas del mismo, con piernas y brazos rotos, y el cráneo completamente aplastado por la llanta. El zagal que auxiliaba al mayoral, había sido despedido por la violencia del coche y se hallaba tendido en medio del camino, arrojando sangre por boca y oídos, encontrándose prácticamente también fallecido. Pese a que no daba señales de vida, tan pronto se pudo, en un caballo fue trasladado dicho zagal al Hospital de Montoro.

Los Guardias Civiles partieron hasta el puesto de dicho cuerpo en esta localidad, para requerir refuerzos que auxiliaran a los desgraciados viajeros, que aún se encontraban en el lugar de los hechos.

A las diez de la mañana, el Juzgado de Primera Instancia de Montoro tuvo conocimiento del accidente, mediante la presentación del correspondiente atestado exponiendo el suceso.

Mientras los accidentados viajeros, que padecían el irritante calor de aquella mañana de finales de julio en las proximidades de nuestro pueblo, sin agua ni alimentos, fueron socorridos por los agentes de la Guardia Civil y dos peones camineros, quienes les ofrecieron sencillos y escasos alimentos sólidos y líquidos que por allí pudieron encontrar, acarreando incluso algún cántaro con agua desde fuentes cercanas, hasta que fueron conducidos al Cortijo de Pajares, propiedad por entonces del exdiputado de las Cortes Constituyentes don Álvaro Valenzuela, donde fueron recibidos con una mayor dedicación y aliviados del calor y de las penalidades que venían sufriendo.

Sobre las cuatro de la tarde, se llevo a cabo la correspondiente diligencia judicial de levantamiento del cadáver que en aquel lugar aun se encontraba, por parte del Juez de Primera Instancia de Montoro, acompañado del Escribano y otras autoridades.

Francisco López, cabo primero de la Guardia Civil, los Guardias Francisco Corredor, Francisco Toledano, Francisco Angulló y Manuel Cabello, así como los peones camineros Juan Hernández y Antonio Sánchez, fueron quienes estuvieron prestando su auxilio benemérito a los infortunados viajeros, quienes manifestaron en todo momento, que no tenían palabras para agradecer lo que aquellos hombres habían hecho por ellos.