domingo, 18 de noviembre de 2018

DESAPARECE LA GANADERIA DEL CONDE DE LA MAZA

Toro del Conde de la Maza
En esta semana que hoy termina, los taurinos hemos vivido atónitos la terrible noticia de la desaparición de una de las míticas ganaderías actuales, como era la Ganadería del Conde de la Maza.
Desde los años treinta del siglo pasado, tropas de ganado bravo y bajo el control de la familia de la Maza, han deambulado a placer por los extensos cercados del Cortijo Arenales, enclavado en el término municipal de Morón de la Frontera (Sevilla).

HISTORIA DE LA GANADERÍA:
Como vimos al tratar en este sitio, la Ganadería de Vistahermosa, base primordial de la actual cabaña brava española, una de las cinco partes en que es dividida la vacada tras morir el Conde de Vistahermosa, es comprada por Juan Domínguez Ortíz "El Barbero de Utrera".
Al morir éste, habiendo muerto antes su hija María Consolación, es heredado por su yerno José Arias de Saavedra Ulloa, el cual vende el núcleo más importante de la ganadería a doña Dolores Monge (Viuda de Murube) en 1863. Otra porción más pequeña es adquirida en 1868 por el sevillano don Ildefonso Núñez de Prado, que al morir soltero en 1880, es heredado por sus sobrinos los hermanos Pacheco y Núñez de Prado. A uno de éstos herederos, concretamente a don Francisco Pacheco y Núñez de Prado (Marqués de Gandul), le compra ganado don José Antonio Adalid, debutando en Madrid en 1891. En 1902 es el ganadero sevillano don Francisco Taviel de Andrade, quien adquiere ganado a Adalid. En 1908 es el vecino de Arroyomolinos de León (Huelva), don Gregorio Campos, quien se hace con esta vacada, la que en 1921 es heredada por el sevillano don Narciso Darnaude. Es en 1930 cuando éste vende la ganadería a don Romualdo Arias de Reina, vecino de El Arahal (Sevilla), siendo la viuda de éste doña Teresa Zayas, quien la vende a los sevillanos Hermanos Hidalgo en el año 1940, alcanzando en manos de estos una fama extraordinaria.
En 1950 la adquiere el vecino de Carmona (Sevilla), don Arturo Pérez Fernández, quien fallece en 1953, siendo vendida la ganadería por sus hijos en seis lotes y uno de estos, en concreto el que correspondió a doña María López de Tejada, es el que adquiere en 1955 don Leopoldo de la Maza y Falcó, que la une al ganado que ya tenía, cambió el hierro por el que ha tenido hasta nuestros días, variando posteriormente la divisa y la señal. En 1966, don Leopoldo adquirió sementales al Marqués de Villamarta, y en 1977, un lote de hembras y dos sementales a don Manuel Martín Berrocal, encaste Núñez. Una esmerada selección y un cuidado inusitado, ha hecho que con el paso del tiempo, esta vacada cuente con un encaste propio, con divisa roja y negra.

EL GANADERO:
Don Leopoldo de la Maza y Falcó, es el segundo de la dinastía que ostenta este título, nació en Madrid el 13 de septiembre de 1928, hijo de Leopoldo Sáinz de la Maza y Gutiérrez-Solana (primer conde) y de María Cristina Falcó y Álvarez de Toledo (VII Condesa de Frigiliana).
don Leopoldo de la Maza y señora
Contrajo matrimonio con Victoria Luisa Ybarra Allende. Fallece en el Cortijo Arenales de Morón de la Frontera el día 22 de julio de 2002, víctima de una rápida y terrible enfermedad. Fue una persona dedicada toda su vida a conseguir el toro que anhelaba y lo consiguió. Era de carácter afable, amable y alegre. En la primera legislatura democrática, fue Alcalde de Morón por UCD. Durante su mandato se preocupó especialmente por eliminar los problemas en el abastecimiento de agua que tenía Morón y en procurar trabajo para sus vecinos. Fue uno de los grandes impulsores, desde 1998 hasta su muerte, de la celebración de la Feria Mundial del Toro, que se celebraba en Sevilla.

EL FINAL DE UN GRAN PROYECTO GANADERO
don Leopoldo de la Maza Ybarra
El proyecto iniciado a mediados del siglo pasado, con mucha seriedad, exigencia y mucho sacrificio y trabajo, en esta última semana ha pasado a la historia ganadera de nuestro país, perdiéndose una vacada de abolengo, de toros con mucho trapío, bonitos, serios y astifinos, toros que por su serio comportamiento y su presencia, han hecho que la mayoría de los toreros no hayan querido nunca verlos ni en las fotos de las revistas taurinas; lo que junto a la presión social y económica que vienen sufriendo quienes se dedican a criar toros bravos, ha llevado a los ganaderos a perder el romanticismo necesario y a caer en el aburrimiento propio de quien se siente un raro y un incomprendido, en una mundo de comodidad y distinto, como el que se está pretendiendo imponer por la sociedad, por los mandones del toreo actual y de quienes mangonean la Fiesta.

Las palabras a los medios de comunicación, de don Leopoldo de la Maza Ybarra, actual Conde de la Maza, así no lo viene a demostrar, cuando dice: "Estoy cansado y no me apetece. Podría haberme quedado
con algunas reses y lidiar de erales pero esto es imposible. Esto está como está. Los toreros quieren torear lo que quieren torear y los empresarios quieren comprar lo que quieren comprar". 
La última corrida que lidia esta Ganadería, tuvo lugar en la localidad madrileña de Cenicientos, el pasado día 15 de agosto de 2018.

DE AQUI EN ADELANTE
Desde el viernes 16 de noviembre de 2018, que salieran las últimas reses, el Cortijo Arenales no se conoce. El mugir de los toros, ya no se escucha. El crujir de las astas en una fiera pelea, ha sido embargado por un silencio serio de sepulcro, que hace seria y triste la tarde, como si Arenales hubiera comenzado un largo caminar hacia lo más eterno. Como nos gustaría que el toro volviera pronto a sus cercados en Arenales.
El Cortijo Arenales, junto con el hierro del Conde de la Maza, dicen que está en venta.
La mayoría del ganado del Conde la la Maza, ha pasado ya por el matadero, perdiéndose así el trabajo duro y sabio de muchas personas durante muchos años, que consiguieron alcanzar algo genuino, un encaste único, sacrificado y perdido a día de hoy.
Se dice, que quizás no se ha perdido del todo, que hay un halo de esperanza, pues un tratante de ganado de Pilas (Sevilla) llamado Diego Miguel Curiel, antes novillero, parece que conserva en su poder un pequeño hato de añojas, eralas y alguna utrera, que junto con un semental, hace tener confianza para no dar totalmente por perdido, un tesoro genético auténtico. Aunque mucho me temo, que ya nunca volverá a ser lo mismo.