viernes, 16 de diciembre de 2022

MONTORO: VUELCO DE UNA DILIGENCIA EN 1859

 


El viernes 26 de julio de 1859, festividad de Santa Ana, tuvo lugar un hecho luctuoso en este término municipal, con notable repercusión a nivel nacional en aquella época.

Sobre las siete de la mañana de dicho día y como era habitual, una diligencia del servicio general que unía la Corte con Sevilla y Cádiz, osea Madrid-Sevilla-Cádiz, transitaba dirección Córdoba, por la carretera o camino de titularidad pública, a la altura de la Cuesta Pajares, denominación del lugar que todos conocemos y cuyo nombre, se ha mantenido hasta nuestros días.

Cuando dicho carruaje bajaba por referida cuesta y debido a la inmensa nube de polvo levantada, el mayoral que lo conducía, no divisó la presencia de una gran piedra que se hallaba a un lado del camino, chocando con mucha violencia las ruedas con ella, quizás debido a la velocidad de bajada que llevaba la diligencia, lo que provocó que se partiera la lanza de la misma, desbocándose las mulas que tiraban de ella, sin que el mayoral pudiera contenerlas, descontrol que hizo que el coche volcara, con todos los pasajeros dentro, entre los que viajaba una pareja perteneciente a la Guardia Civil, cuyo cuerpo había sido creado 15 años antes.

Los agentes salieron del coche siniestrado como pudieron y enseguida, comenzaron a prestar auxilio al resto de aturdidos viajeros, apreciando que no habían sufrido lesiones, salvo uno de ellos, que tenía contusionada una de sus piernas.

Seguidamente, pudieron comprobar como el mayoral que conducía el carruaje, se hallaba bajo una de las ruedas del mismo, con piernas y brazos rotos, y el cráneo completamente aplastado por la llanta. El zagal que auxiliaba al mayoral, había sido despedido por la violencia del coche y se hallaba tendido en medio del camino, arrojando sangre por boca y oídos, encontrándose prácticamente también fallecido. Pese a que no daba señales de vida, tan pronto se pudo, en un caballo fue trasladado dicho zagal al Hospital de Montoro.

Los Guardias Civiles partieron hasta el puesto de dicho cuerpo en esta localidad, para requerir refuerzos que auxiliaran a los desgraciados viajeros, que aún se encontraban en el lugar de los hechos.

A las diez de la mañana, el Juzgado de Primera Instancia de Montoro tuvo conocimiento del accidente, mediante la presentación del correspondiente atestado exponiendo el suceso.

Mientras los accidentados viajeros, que padecían el irritante calor de aquella mañana de finales de julio en las proximidades de nuestro pueblo, sin agua ni alimentos, fueron socorridos por los agentes de la Guardia Civil y dos peones camineros, quienes les ofrecieron sencillos y escasos alimentos sólidos y líquidos que por allí pudieron encontrar, acarreando incluso algún cántaro con agua desde fuentes cercanas, hasta que fueron conducidos al Cortijo de Pajares, propiedad por entonces del exdiputado de las Cortes Constituyentes don Álvaro Valenzuela, donde fueron recibidos con una mayor dedicación y aliviados del calor y de las penalidades que venían sufriendo.

Sobre las cuatro de la tarde, se llevo a cabo la correspondiente diligencia judicial de levantamiento del cadáver que en aquel lugar aun se encontraba, por parte del Juez de Primera Instancia de Montoro, acompañado del Escribano y otras autoridades.

Francisco López, cabo primero de la Guardia Civil, los Guardias Francisco Corredor, Francisco Toledano, Francisco Angulló y Manuel Cabello, así como los peones camineros Juan Hernández y Antonio Sánchez, fueron quienes estuvieron prestando su auxilio benemérito a los infortunados viajeros, quienes manifestaron en todo momento, que no tenían palabras para agradecer lo que aquellos hombres habían hecho por ellos.


 


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