Levantamiento de los cadáveres de las policías asesinadas |
Jesús, cabo primero
de la Guardia Civil de Bujalance y por aquellos días Comandante de Puesto de la
Unidad, se encontraba descansando en su pabellón, ya que la mañana había sido
muy ajetreada, debido al grave suceso ocurrido en la Capital, cuando en el
cuarto de puertas del Cuartel, sobre las 18 horas, se recibió llamada
telefónica desde el bar “Siete Puertas” de la localidad, informando que en el
establecimiento se hallaba un raro individuo, al parecer con acento extranjero
y herido en uno de sus brazos.
Comisionado a través
de la radio por sus jefes para atender el aviso, recurriendo a su experiencia de
perro viejo, decidió ser él mismo el
que atendiera el servicio, en unión de otro compañero, acordando ir en su coche
particular y de paisano, a la vez que solicitaba el auxilio de otra patrulla
uniformada, que deberían permanecer alejada del lugar donde se iba a producir
la actuación.
Así ambos agentes
llegaron a la Plaza de Andalucía y dejaron aparcado el vehículo, comenzando un
itinerario a pie, como cualquier otro habitante del pueblo, por la acera
próxima a la cristalera que, en forma de ángulo recto, dejaba ver perfectamente
el interior del bar, tanto en la parte de la plaza, como en el tramo
correspondiente a la calle García Lorca.
El cabo Jesús, se le
erizo el bello, nada mas ver, a través de la cristalera, la cara del hombre forastero que se hallaba
sentado casi en el centro del establecimiento, en una mesa. Enseguida y
recordando las fotos que habían enviado desde la Comandancia por la mañana, lo identificó como
uno de los peligrosos atracadores que, al inicio de la jornada en Córdoba, habían
intentado robar en la sucursal principal del Banco de Santander y en su huida,
habían asesinado a dos mujeres, policías locales de la Capital.
Puesto de acuerdo
inmediato con su compañero, decidió el cabo Jesús acceder al bar por una de las
puertas laterales de la calle García Lorca, para así sorprender por la espalda
y de improviso a aquel individuo, decidiendo ir él por delante y su compañero
detrás, cubriendo una posible eventualidad, con la mano en la pistola
reglamentaria que llevaba bajo su cazadora.
El cabo Jesús, cuando estuvo como a un metro del lugar donde se hallaba sentado aquel individuo, se abalanzó sobre él, llegando incluso a volar un instante, tirándole al suelo gritando “alto Guardia Civil”, no oponiendo ninguna resistencia el forastero, poniéndole inmediatamente los grilletes que llevaba a tal fin, mientras su compañero permanecía al lado, encañonando al detenido con su arma.
Tras cachearlo, le
hallaron una pistola y tras preguntarle si era Claudio Lavazza y así admitirlo
el detenido, le instruyeron de sus derechos y de los delitos que se le
imputaban, haciéndole entrega a la pareja uniformada, que llegaron al lugar
inmediatamente de ser reducido el detenido, quienes le condujeron al Cuartel de
Bujalance, para instruir diligencias e informar inmediatamente al Juez de
Primera Instancia e Instrucción nº 2 de Montoro, en funciones de guardia, que
habían procedido a la detención en este Partido Judicial, del peligroso atracador
implicado en el robo del banco en Córdoba, aquella misma mañana del 18 de
diciembre de 1996.
LAS VICTIMAS
MARIA ANGELES GARCIA GARCIA, tenía 40 años y era una Policía Local del
Ayuntamiento de
Córdoba, viuda y madre de dos hijos menores de edad en el
momento de su asesinato. Asesinada.
MARIA SOLEDAD MUÑOZ NAVARRO, de 36 años, natural de Piñel de Abajo (Valladolid),
estaba casada y sin hijos. Asesinada.
MANUEL CASTAÑO PINEDA, un cordobés de 30 años, casado y con dos hijos de 4
y 2 años en el momento de los hechos. Que resultó lesionado con parálisis irreversible de cintura
para abajo, desde aquel día.
Mª Ángeles García y Mª Soledad Muñoz |
Comenzó una huida como en las películas, por Claudio Marcelo, Alfaros, Puerta del Rincón y
Plaza de Colon, llevando detrás y
pisándole los talones un coche policial, el Citroën ZX 1.6 Avantage, conducido
por la policía local María Ángeles García García, acompañada de su compañera la
también policía local María Soledad Muñoz Navarro. Al llegar a plaza de Colón,
a la altura de la avenida de América y tras chocar el coche de los atracadores
contra otro coche ya que se había provocado un atasco, Lavazza se bajó del coche
en el que iba y acribilló a Mari Ángeles y Marisol, cuando se encontraban
paradas con su vehículo.
Posteriormente se producirían los
hechos que dejaron paralitico a Manuel Castaño y que referiremos después.
LOS VERDUGOS:
CLAUDIO LAVAZZA, es
un delincuente profesional italiano nacido en Maggiore el 4/10/1954, líder de
un grupo anarquista denominado “Proletarios Armados para el Comunismo”, bajo
cuyas siglas cometió numerosos atentados en Italia por los que fue condenado en
rebeldía a cadena perpetua, encontrándose desde hacía dos décadas huido de la
justicia, hasta que fue detenido por el cabo Jesús de la Guardia Civil de
Bujalance.
Fue
el autor material del asesinato aquel día, de las policías locales María de los
Ángeles García García, de 40 años, y María Soledad Muñoz Navarro, de 36 años, a
quienes acribilló a sangre fría y a boca jarro, con una ráfaga de subfusil de
guerra mientras trataban de huir los delincuentes y las asesinadas, se
encontraban detenidas con su vehículo policial, debido al atasco que se
produjo, en el paso de peatones existente en la confluencia de la calle Acera
de Guerrita, la avenida de América y la glorieta de Los Llanos del Pretorio.
Manuel Castaño |
En
ese lugar, fueron detenidos dos de los tres autores del robo que viajaban en el
coche a la huida, el italiano GIOVANNI BARCIA nacido en Palermo el 23/7/1964,
amigo y mano derecha de Lavazza, integrante del grupo “Anarquía y Provocación”
y vinculado a movimientos independentistas armenios, el cual llego a Córdoba
días antes, acompañado del también italiano MICHELE PONTOLILLO nacido en
Pinarolo en septiembre de 1971, miembro de grupos okupas italianos y que había
sido ya detenido por estos hechos en el Hotel Boston de la Plaza de las
Tendillas, y el argentino, GIORGIO EDUARDO RODRIGUEZ nacido en Buenos Aires el
16/10/1959, que dirigía una empresa de fabricación de quesos (Mozzitalia SL) y
diversas pizzerías en Alicante. Lavazza no pudo ser detenido en Los Omeyas, ya huyó
del lugar del tiroteo, robando un taxi en la parada que había en avenida Medina
Azahara, junto a la puerta donde se hallaba la empresa de transporte Alsina
Graels.
Lavazza
y Barcia, en el momento del atraco, eran buscados en Italia por el secuestro y
homicidio de Mirella Silocchi, a la que secuestraron el 20 de julio de 1989 en
Collechio, localidad cercana a Parma. Ambos cortaron una oreja a la mujer y se
la remitieron a su marido para que hiciera efectivo el pago del rescate, aunque
la mujer falleció días después de hambre y debido a las heridas que le
provocaron. Lavazza también fue condenado a cadena perpetua en su país por
otros cuatro asesinatos cometidos en nombre del grupo armado del que era
ideólogo y jefe; en Milán acabó con la vida del policía Andrea Campagna; en
Udine mató al funcionario de prisiones Antonio Santoro, al joyero Pier Luigi
Torreiani y a un carnicero, Lino Sappadin. En España habían cometido atracos,
en siete sucursales bancarias en España en dos años (Albacete, Salamanca y
Zamora).
La
Audiencia Provincial de Córdoba condenó a Lavazza y al resto de su organización
a un total de 198 años de prisión que estaban cumpliendo, en centros
penitenciarios de máxima seguridad.
Pese
a ello y desde prisión, a Lavazza se le relacionó, con algunas facciones de la
banda terrorista ETA, en el envío de paquetes-bomba dirigidos a periodistas.
Aquel 18 de diciembre de 1996, día nublado y frío, la desgracia ensañó con Córdoba, arrancándole de sus calles a dos policías locales de su Ciudad, dos ángeles custodios de azul que subían al cielo, convirtiéndose para los anales de la historia en las dos primeras policías mujeres asesinadas en España. Los criminales además, hicieron que la vida de un valiente, Manuel Castaño, nunca volviera a ser igual.
Nuestro respeto y agradecimiento
a esas personas, ciudadanos como tú y como yo, que como María Ángeles, María
Soledad, Manuel y también Jesús, de forma anónima velaron y velan porque
nuestras vidas sean más tranquilas, sean más seguras, poniendo en riesgo sus
propias vidas, como aquel día quedó demostrado. Nunca podremos devolverles lo
que diariamente nos dan.
Lavazza es trasladado por Agentes de Policía Judicial de la Guardia Civil desde el Puesto de Bujalance al Juzgado de Guardia. |