Este no sale todas las tardes |
En primer lugar, se ha de tener en cuenta, que cada
día se torea mejor y que hoy se está toreando como nunca se toreó. Lo
conseguido se debe, a que se ha llegado a elaborar un toro apto y apropiado
sólo y exclusivamente para el lucimiento del torero, un toro apagado de salida,
que hace posible la colocación del torero, de manera que le permite expresar su
toreo.
El toro que sale actualmente en
casi todas las plazas, por regla general y salvo contadas excepciones, es un
animal bobalicón, sin codicia, que va y viene de forma casi programada, con las
fuerzas justas en la mayoría de los casos, al que hay que cuidar a lo largo de
su lidia y sobre
todo, en la suerte de varas. Se ha llegado a conseguir un toro
ideal para hacer siempre buena faena, justo de casta, sin bravura, sin mucho
motor, con nada de violencia. Un animal, rozando lo contrario a lo que debe de
ser un toro bravo de lidia.
bajando las manos |
Teniendo frente ese animal
con esas condiciones, los toreros actuales deberían estar ejecutando el toreo
de una manera perfecta, sobre todo aquellos que pueden lidiar este tipo de
ganado, las figuras principalmente, que son siempre más cuidadas por las
empresas.
Pues pese a que el animal que
actualmente se lidia está hecho a favor de obra, osea es un dechado de virtudes
para el toreo y para el torero, esa forma casi perfecta de torear no se llega a
conseguir y ni tampoco, se persigue conseguirla.
Como se debe picar |
Cuando en algunas ocasiones vemos
un quite, muy de tarde en tarde, suelen utilizar lances llamativos, pero poco
ortodoxos y mal ejecutados, como por ejemplo, cuando se hace por chicuelinas,
que se llevan las manos por encima del hombro en la mayoría de las ocasiones, cuando
la verdad, está en bajar las manos y en llevar al animal completamente toreado, dejando los pies
totalmente pegados al suelo.
Banderillear por Fax |
Una suerte de varas, bien hecha y
dosificada, es uno de los momentos de la tauromaquia más bellos y más
importantes de la lidia, que deberíamos mostrar y enseñar continuamente los
profesionales y los aficionados, a quienes se interesan por la fiesta.
Asomándose al balcón |
Cada uno por un lado |
En la muleta se perdió el ligar
uno y otro muletazo. Las tandas se componen por regla general de dos y el de
pecho. Nos están acostumbrando a que veamos hacer las faenas con la muleta
retrasada, quedándose el pase, no en un lance completo, si no en un medio pase.
Son muy pocas las faenas en las
que el matador, deja la distancia correspondiente, cita de frente, adelanta la
muleta y trae al toro toreado desde delante, terminado el pase atrás y rematado
hacia dentro, lo que va a facilitar la colocación del torero, para poder ligar
el siguiente y así cinco o seis derechazos o naturales, que permitirán al
espada, a medida que da un pase, ir ajustándose más, para el siguiente y
conociendo o pulseando mejor la embestida del animal, siendo ésta la verdad y
la grandeza de una buena faena de muleta.
"Pa fuera" |
Ejercicio circense |
Los defectos que todas las tardes
vemos en las plazas de toros, si bien el aficionado quizás no, el público
general, lo consiente y lo aplaude, por lo que los toreros con ese
consentimiento mayoritario que les da el público, se acomodan y arriesgan lo
mínimo, no esforzándose en hacer las cosas como Dios manda.
La culpa por lo tanto, es una culpa compartida, entre el torero que no trata de hacer su faena como corresponde, acomodado en la poca o casi nula exigencia del público que pueblan los tendidos dispuestos a divertirse, además de participar en un acto social más de la sociedad
actual. Lo que ocurre en el ruedo es secundario y se valoran más los detalles pintureros o relacionados con la prensa rosa, para la concesión de trofeos y para valorar una faena, que al peso y transcendencia de la faena en sí y del animal que tuvo delante el torero, ya que la mayoría no fue predispuesta para valorar algo tan serio y de tanto calado.
La culpa por lo tanto, es una culpa compartida, entre el torero que no trata de hacer su faena como corresponde, acomodado en la poca o casi nula exigencia del público que pueblan los tendidos dispuestos a divertirse, además de participar en un acto social más de la sociedad
actual. Lo que ocurre en el ruedo es secundario y se valoran más los detalles pintureros o relacionados con la prensa rosa, para la concesión de trofeos y para valorar una faena, que al peso y transcendencia de la faena en sí y del animal que tuvo delante el torero, ya que la mayoría no fue predispuesta para valorar algo tan serio y de tanto calado.
Quienes entendemos un poco de esto,
aunque de esto no se llega a entender nunca, estamos obligados a tratar de
cambiar las costumbres que han instalado en la tauromaquia, bien de forma espontánea o de
manera intencionada, debiendo en todo momento conseguir con razones y
argumentos, que quienes se acercan a los toros por los motivos que sean,
vayan sintiendo la necesidad de valorar la tauromaquia como algo más especial,
con más profundidad, donde concurren valores, elementos y principios dignos de tener en
cuenta. Que una corrida de toros, no es solo lo que se aprecia a simple vista,
sino que existe algo más allá, un trasfondo, que conociéndolo, apasiona y atrae
tanto o más, como la belleza superficial del toreo.