sábado, 18 de noviembre de 2017

HAY QUE APRENDER DE TOROS



Este  no sale todas las tardes
Se ha terminado otra temporada y como siempre, hemos visto lo que últimamente nos vienen ofreciendo.

En primer lugar, se ha de tener en cuenta, que cada día se torea mejor y que hoy se está toreando como nunca se toreó. Lo conseguido se debe, a que se ha llegado a elaborar un toro apto y apropiado sólo y exclusivamente para el lucimiento del torero, un toro apagado de salida, que hace posible la colocación del torero, de manera que le permite expresar su toreo.

El toro que sale actualmente en casi todas las plazas, por regla general y salvo contadas excepciones, es un animal bobalicón, sin codicia, que va y viene de forma casi programada, con las fuerzas justas en la mayoría de los casos, al que hay que cuidar a lo largo de su lidia y sobre
bajando las manos
todo, en la suerte de varas. Se ha llegado a conseguir un toro ideal para hacer siempre buena faena, justo de casta, sin bravura, sin mucho motor, con nada de violencia. Un animal, rozando lo contrario a lo que debe de ser un toro bravo de lidia. 

Teniendo frente ese animal con esas condiciones, los toreros actuales deberían estar ejecutando el toreo de una manera perfecta, sobre todo aquellos que pueden lidiar este tipo de ganado, las figuras principalmente, que son siempre más cuidadas por las empresas.

Pues pese a que el animal que actualmente se lidia está hecho a favor de obra, osea es un dechado de virtudes para el toreo y para el torero, esa forma casi perfecta de torear no se llega a conseguir y ni tampoco, se persigue conseguirla.

Como se debe picar
Se ha dejado de ver torear con el capote de verdad, cargando la suerte, echando la “pata palante”; hoy día la mayoría de los toreros cuando torean a la verónica, no llevan al toro toreado en el capote, dejan que pase el animal para un lado y otro, a su aire, no le marcan el recorrido que ha de mandar el torero, no le van andando hacia adelante, hacia los medios.

Cuando en algunas ocasiones vemos un quite, muy de tarde en tarde, suelen utilizar lances llamativos, pero poco ortodoxos y mal ejecutados, como por ejemplo, cuando se hace por chicuelinas, que se llevan las manos por encima del hombro en la mayoría de las ocasiones, cuando la verdad, está en bajar las manos y en llevar al animal completamente toreado, dejando los pies totalmente pegados al suelo.

Banderillear por Fax
La suerte de varas se ejecuta siempre mal. Se ha implantado el mono-puyazo, el picar trasero y no rectificar, además de tapar la salida del animal, que está haciendo que el público aborrezca la labor del picador y que incluso, les abucheen antes de que el toro haya tenido contacto con la puya.

Una suerte de varas, bien hecha y dosificada, es uno de los momentos de la tauromaquia más bellos y más importantes de la lidia, que deberíamos mostrar y enseñar continuamente los profesionales y los aficionados, a quienes se interesan por la fiesta.

Asomándose al balcón
En banderillas, aunque actualmente se cuenta con un plantel de buenísimos banderilleros, que casi siempre suelen cumplir bien y con profesionalidad su cometido, solemos padecer la actitud mezquina de algunos espadas, que por costumbre, suelen privarnos del tercer par.

Cada uno por un lado
Cuando son los matadores los que banderillean, es aún peor. Se pierde la esencia de la suerte, no cuadrando en la cara, no sacando los palos de arriba abajo y no asomándose al balcón, abundando las largas y veloces carreras, que se aplauden como si de una prueba física se tratara, sin darle la más mínima importancia al momento preciso en que clava el torero, donde se halla la cabeza del toro, si la misma, pasó de la reunión hace un buen rato.

En la muleta se perdió el ligar uno y otro muletazo. Las tandas se componen por regla general de dos y el de pecho. Nos están acostumbrando a que veamos hacer las faenas con la muleta retrasada, quedándose el pase, no en un lance completo, si no en un medio pase.

Son muy pocas las faenas en las que el matador, deja la distancia correspondiente, cita de frente, adelanta la muleta y trae al toro toreado desde delante, terminado el pase atrás y rematado hacia dentro, lo que va a facilitar la colocación del torero, para poder ligar el siguiente y así cinco o seis derechazos o naturales, que permitirán al espada, a medida que da un pase, ir ajustándose más, para el siguiente y conociendo o pulseando mejor la embestida del animal, siendo ésta la verdad y la grandeza de una buena faena de muleta.

"Pa fuera"
Son muchos los toreros actuales y algunos figuras del momento, que están obteniendo grandes éxitos utilizando un toreo de mentira, en el que se torea desprendido, en línea recta, rematando al toro tras cada pase hacia fuera, colocados siempre fuera de cacho, sin cruzar al pitón contrario, siempre al hilo del pitón, llevando la muleta retrasada, perdiendo el respeto al toro bobalicón, asumiendo riesgos innecesarios ante la bravuconería del animal, el que cuando ve hueco entre la muleta y el torero, opta por decantarse por éste, siendo cogido de manera innecesaria.

Ejercicio circense
En la suerte suprema, la más importante de las suertes que se hacen en el ruedo, porque debe ser de las únicas en las que el torero, pierde la cara del toro, se viene produciendo más de lo mismo. Para ver una estocada con toda la verdad, hay que ver muchas corridas de toros. En la temporada pueden producirse, menos de diez estocadas bien ejecutadas.

Los defectos que todas las tardes vemos en las plazas de toros, si bien el aficionado quizás no, el público general, lo consiente y lo aplaude, por lo que los toreros con ese consentimiento mayoritario que les da el público, se acomodan y arriesgan lo mínimo, no esforzándose en hacer las cosas como Dios manda.

La culpa por lo tanto, es una culpa compartida, entre el torero que no trata de hacer su faena como corresponde, acomodado en la poca o casi nula exigencia del público que pueblan los tendidos dispuestos a divertirse, además de participar en un acto social más de la sociedad
actual. Lo que ocurre en el ruedo es secundario y se valoran más los detalles pintureros o relacionados con la prensa rosa, para la concesión de trofeos y para valorar una faena, que al peso y transcendencia de la faena en sí y del animal que tuvo delante el torero, ya que la mayoría no fue predispuesta para valorar algo tan serio y de tanto calado.

Quienes entendemos un poco de esto, aunque de esto no se llega a entender nunca, estamos obligados a tratar de cambiar las costumbres que han instalado en la tauromaquia, bien de forma espontánea o de manera intencionada, debiendo en todo momento conseguir con razones y argumentos, que quienes se acercan a los toros por los motivos que sean, vayan sintiendo la necesidad de valorar la tauromaquia como algo más especial, con más profundidad, donde concurren valores, elementos y principios dignos de tener en cuenta. Que una corrida de toros, no es solo lo que se aprecia a simple vista, sino que existe algo más allá, un trasfondo, que conociéndolo, apasiona y atrae tanto o más, como la belleza superficial del toreo.