lunes, 21 de noviembre de 2022

JUAN ANTONIO CERVERA POR MANUEL LEON CAÑETE.

Cuando termina la temporada, los taurinos echamos mano de escritos, libros y revistas que mantengan viva la llama de la tauromaquia.

Entre la documentación que conservo, he encontrado hoy un excelente trabajo publicado por don MANUEL LEON CAÑETE, en la revista literaria “El Eco de Montoro” año I nº 0, editada en Abril de 1992, hace más de 30 años, en el que nuestro ilustre e ilustrado paisano, amante siempre fiel de lo taurino, nos ofrece información curiosísima, inédita y exclusiva, de nuestro otro celebre paisano, el matador de toros JUAN ANTONIO CERVERA RUANO.

Considero que por sus rasgos sociológicos, al mostrar la forma de relacionarse del torero montoreño en aquella época y por las notables referencias taurinas del momento en que ocurren, es un documento digno de ser mostrado y recordado continuamente, para conocimiento de los más jóvenes, pasando a copiarlo de manera textual, seguidamente:



“Juan Antonio Cervera, nació en Montoro, el día 1 de mayo de 1866. Era hijo de Lucas Cervera y de Ana María Ruano. Su padre dedicado a la compra-venta de ganado posiblemente era ayudado por su hijo.

En 1885, y para poder comprarse un traje de luces, se dedica en la Sierra de Montoro y en los lugares conocidos por “El Aguila” y “La Colorada”, a la caza de perdices, con un relaco cargado por la boca, último invento de aquella época. Después Don Luis Mazantini, el famoso matador, le regaló un traje de luces en prueba de su amistad, y S.M. la Reina María Cristina un capote de damasco rosa, en Colmenar Viejo.

Cuando tenía 24 años, el 9 de marzo de 1890, se presentó en Madrid para estoquear toros de Aleas, ganadería tan famosa en aquella época, en unión de Juan Gómez de Lesaca, el hijo del general del mismo apellido a quien el día 15 de octubre de 1896, cuando alternaba con Emilio Torres “Bombita” en Guadalajara, el toro llamado “Carucho” de pelo retinto, lo empitonó a la salida de una vara y le acusó la muerte.

El año 1894 torea en Madrid con “Ojitos” y otros, “Cervera brindó su segundo a uno de los diputados provinciales que ocupaba el palco de la Corporación y se fue al toro. Con tres altos, dos con la derecha y dos de pecho, entró a matar mojándose los dedos, y dejó tan buena estocada, que el toro pedazos hecho, cayó entre los ruidosos aplausos que oyó Cervera, al que se le mandó subir al palco a recibir el regalo del diputado a quién brindó”.

A finales de siglo, estaba anunciado en la Plaza de Montoro, para torear reses del Marqués de los Castellones en la feria de octubre. Alternaba con el “Conejo”. Cuando estaba ya banderilleando el primer toro, hubo que suspender la corrida a causa de la lluvia, y dicen los que vieron el ganado, que era de muchas arrobas.

El 31 de enero de 1898, se encontraba en América, donde toreó muchas corridas seguramente como novillero, pues aún no había tomado en España la alternativa. En una carta que con esa fecha escribe a su hermano Ramón le dice: “Vine a Durango ajustado para torear dos corridas, o sea los días 16 y 23 y en la primera corrida tuve la desgracia de que salieran casi todos los toros mansos, de modo que no fue posible hacer nada que mereciera la pena, pero en la segunda y tercera corrida he dejado el cartel muy alto.

En la segunda me ajustó la empresa, para los días 31 y 6 del próximo febrero, y ayer, he tenido una tarde como tú no te puedes figurar. De tres toros que tenía que matar, maté los dos primeros superiormente, descabellando uno, tirándole la puntilla, una cosa que no habían visto aquí, de modo que figúrate la que se armó, pero te diré una cosa, que para que mi trabajo luciera más, el otro matador que había, no ha podido matar en las tardes 25 y 30 ningún toro, de modo que más a mi favor, pues te diré que a esta Plaza le temen todos los toreros, porque es muy grande y al mismo tiempo el piso es un arenal, y los toros que se torean son peores que los de Colmenar Viejo. Los toros que estoy toreando ahora son de una ganadería que los tenían prohibidos en esta Plaza, porque han causado muchos desastres en los toreros, pues son de los mismos que yo tuve la cogida en Saltillo, el 12 de abril, como ya verás en los programas que te mando. Si Dios quiere que tenga la suerte que llevo en las dos últimas corridas. Ahora te voy hablar de la cogida de Villita, aunque para cuando recibas ésta, ya lo sabrás tú, pero te daré algunos detalles que sean más positivos que los que hayas adquirido. El día 20 del corriente fue la cogida en San Luis de Potosí, donde yo he toreado 15 corridas de toros, y de los que cogieron a Villita, entre las 15 corridas he toreado 7 de los mismos. Son también todos muy grandes y hacen muy malas faenas; el día 16 de mayo último, maté yo un toro de esa ganadería en San Luis de Potosí, que pesó en limpio 37 arrobas (425 kilos en canal) que en España hay muy pocos de ese peso. A Villita le cogió el toro al entrar a matar y después que se levantó del suelo, se echó mano a la parte que sentía (la ingle), así que figúrate qué cogida, pues el cuerno le entró dentro del cuerpo, la suerte de no destrozar las tripas ni venas, en fin una cogida montá en peso a esta fecha. Según los periódicos, está fuera de peligro, de modo que el pobre mira que desgraciado ha sido. Al hermano de Mazantini, también le dieron un puntazo en la mano y no ha podido torear más que cuatro corridas. A un banderillero también lo cogió otro toro, de modo que han llevado su repaso casi todos. Ramón después de la corrida del 6 y 13, tengo en trato algunas corridas, sin más etc”.

Como se ve por esta carta, Juan Antonio Cervera, mató en su vida profesional, los toros más grandes que se criaron en las dehesas. Al mismo tiempo, demuestra unos sentimiento humanitarios, al preocuparse de sus compañeros heridos, y es notable observar, con la diplomacia que dice a su hermano, que en las tardes de 23 y 30 no pudo torear el otro espada anunciado, aunque se deduce que fue por miedo a las moles que tenían encerradas.

El 9 de septiembre de 1895 toreó en Madrid en una corrida en la que las cuadrillas de señoritas catalanas mataron dos becerros. En la segunda parte se lidiaron cuatro lotacos imponentes de las ganaderías de Veragua, Miúra, Aleas y Medrano, que llevaban en los corrales una porción de años. He aquí como nos lo cuenta su hermano por escrito.

“El toro llamado Corsito de la ganadería de Miúra con ocho años, muerto a la tercera vez de ser encerrado en la Plaza de Madrid, por el matador de toros Juan Antonio Cervera, el día 12 de septiembre de 1895 le regalaron la cabeza en prueba de su valentía. Que esta cabeza la ha conservado su hermana Francisca Cervera, hasta los días de nuestra guerra de 1936. Fue el terror de la dehesa “La Muñoca” y del río Jarama, causando estragos en la vecindad, y en los transeúntes de aquellas comarcas. Esta es la verdad y quisiera que tú lucieras por llevarlo a que lo pongan en claro ya que fue tan valiente, y nadie se ha acordado de él”.

Nosotros aunque tarde lo hemos hecho, y esperamos haya quedado complacida.

En esta corrida alternaba con “Alvaradito” pero el primer toro hirió a “Alvaradito” durante el tercio de quites, y Juan Antonio Cervera se encontro solo con las cuatro moles. Nos dice Enrique Vila en crónica dada por la Emisora Radio Sevilla el 7 de mayo de 1951, que Cervera no se amilanó, sacó fuerza de su desmedrada y flaca figura, se creció más de lo que era (medía cerca de un metro noventa) y estuvo toda la tarde imponente. Cuatro estocadas le bastaron para dar cuenta del saldo, que la empresa de Madrid le había deparado.

En el consultorio taurino de “El Ruedo” al ser preguntaos por este matador, contestaron: “Crea Vd. que la tizona del Cid, comparada con el estoque de Juan Antonio Cervera, era un mezquino limpiadientes”, y de su estatura nos habla su sobrino Curro Cervera y decía: “Calzaba un cuarenta y cinco y aún parecía de pie pequeño”.

La siguiente semblanza que de él hizo “El Ruedo” nos da una idea de sus dotes de matador.

De estatura culminante 

y un espadón de misterio

daba muerte a un megaterio

que le pusieran delante.

En esto fue hombre constante

Don Juan Antonio Cervera

un torero de tercera

a quien nunca rindió un toro,

aunque fue hombre de montera

fue natural de Montoro.

Fue tanta su fama de estoqueador, que bien patente queda en estos versos; y ese espadón de misterio que aún se conserva, hemos tenido la curiosidad de pesarlo, dando más de 800 gramos. Debió de tener una fortaleza de brazo imponente, pues ya podemos imaginar, lo que sería el peso del estoque, el castiguillo, y aquellas descomunales muletas, aunque todo en manos de Juan Antonio posiblemente sería una pluma, y observen que en aquellos tiempos esa espadita de madera hoy tan en uso, sólo servía para jugar los niños al toro en las plazoletas de España. Con las banderillas, también fue gente en el arte, e incluso su hermano Ramón llegó a coger los palitroques.


Por fin el 3 de septiembre del año 1900 tomo la alternativa en Villarrobledo (Albacete), le cedió los trastos Joaquín Navarro “Quinito” y se lidiaron reses de D. Sabino Flores. Pasó después varios años en América, de cuyas temporadas se conserva una fotografía hecha en Ciudad Juárez (México) el 11 de mayo de 1904, y el día 25 de julio de 1917, torea por última vez en la plaza de Belmez, una corrida de toros de Páez, con Manolete, el padre del último Califa cordobés.

Después, Juan Antonio Cervera vino a su pueblo y arrendó unas tierras en la Campiña; la cosa no debió de rodar tan bien como rodaban los toros bajo el peso de su brazo, y puso un comercio en la calle Calvario, y como Juan Antonio era generoso y bueno, hizo un mal comerciante y se arruinó. Sus últimos días los pasó de empleado en los Arbitrios Municipales y de guarda rural.

El año 1924 a los 58 años de edad, murió en Montoro donde había nacido, este torero que no consintió cortarse la coleta, a pesar del empeño que en ello puso una sobrina suya.

Igual que don Rodrígo Díaz de Vivar “El Cid Campeador” conquistó los laureles, con su valor y espada.

En la actualidad se prepara un homenaje a Juan Antonio en el que se estrenará el siguiente pasodoble.

NOTA.- Datos tomados de sus familiares y semanarios taurinos.”

Resultan extraordinarios los detalles que se refieren y la manera amena como se hace, propia y genuina de su autor don MANUEL LEON CAÑETE. Noticias y pormenores que deben ser apreciados, desde la perspectiva del tiempo y que sería interesante, poderlos desmenuzar y analizar, en otro momento, incluido el pasodoble dedicado al torero, creo que inédito, compuesto por el insigne músico montoreño don Francisco Conde Magán con letra del autor de este trabajo, don Manuel León Cañete.