Una vez fallece el 31 de marzo de
1893 don Antonio Miura Fernández, soltero y sin descendencia, el que fuera autor verdadero
de una obra genética que ha sabido conservarse con interés hasta nuestros días,
es su hermano don Eduardo Miura Fernández quien se hace cargo de la vacada.
En esta época la ganadería de
Miura, contaba con 1.000 vacas de vientre y seguía pastando en el Cortijo de
Cuarto, al Sur de Sevilla, donde hoy se sitúa el Hospital de Nuestra Señora de
Valme.
Cuando don Eduardo comienza a gestionar la ganadería cuenta con 43 años, luce pobladas patillas y es un prestigioso
jinete que conoce al dedillo, los entresijos la vacada formada por su
hermano Antonio, con el que se llevaba 24 años de diferencia.
El 25 de junio de 1893 se
lidiaron a su nombre por vez primera en Madrid los toros de Miura. Don Eduardo era de estatura regular, más
bien delgado, moreno y de piel curtida por el sol y el viento. La cara muy
expresiva, con una permanente sonrisa, apenas esbozada. Sus largas
patillas blancas le conferían un aspecto particular: no en vano, se le conocía
como ‘el de las patillas’.
Catorce meses después de hacerse
cargo don Eduardo de la vacada, se produce la muerte del afamado torero Manuel
García “El Espartero”, al que le segó la vida el toro “Perdigón” de Miura en la
Plaza de Madrid un 27 de mayo de 1894.
Cuentan que el destino de “El Espartero”
estaba escrito en Madrid, y dicen, que un gato negro se cruzó por delante del
carruaje aquel fatídico día, cuando iba hacia la Plaza y que “Antolín” su
banderillero se persignó con resignación y pavor, ante el regocijo del propio
“Esparatero” que no era superticioso.
El toro “Perdigón”, la temporada anterior
fue echado para atrás en Madrid por ser considerado chico y mientras tanto,
permaneció durante un año, en la dehesa que don Faustino Udaeta tenía en
Manzanares el Real (Madrid), llegando incluso a padrear en un lote reducido de
vacas.
Y se sigue contando, que aquella tarde en Sevilla en el domicilio de don
Eduardo en la Plaza de la Encarnación, a la criada se le olvidó encender las
velas, que desde que comenzó a lidiarse toros de esta ganadería, se encendían
todas las tardes de corrida, en la capilla de la casa de Miura. Cuando don
Eduardo se da cuenta y tras una monumental bronca, los cirios fueron prendidos
a toda prisa, sobre las cinco de la tarde. La corrida empezó a las cuatro y
media, “Perdigón” le había avisado ya varias veces y fue cuando “El Espartero” se tiró a matar, cuando el toro en lugar de meter la cabeza en el engaño, lo esperó y lo lanzó para arriba como dos metros, cayendo el torero de cabeza, quien sin dolerse se
levantó y se dirigió de nuevo hacia el morlaco y tras darle siete derechazos,
se volcó sobre el morrillo asestándole una excelente estocada, entregándose
tanto que “Perdigón” lo vuelve a prender, lo tira al suelo y le infiere una
terrible cornada en el vientre de la que muere veinte minutos después.
En 1899 don Eduardo Miura compra en Lora del Río la finca “Margazuela”, la que revende en 1908, para comprar otras fincas entre Cantillana, Lora del Rio y La Campana, comenzando a trasladar el ganado a estas nuevas fincas, aunque conservando el Cortijo de Cuarto destinado a los toros de saca de cada año y donde iban los compradores a verlos.
El 7 de octubre de 1900, el toro
de Miura “Receptor” ó “Desertor”, corneó mortalmente en la ingle al
torero Domingo del Campo Alcaraz “Dominguín”, cuando toreaba en la Plaza de
Toros de Barcelona.
“Agujeto” de Miura, el 18 de
agosto de 1907 en Sanlúcar de Barrameda, dió una cornada en la tráquea al
novillero Faustino Posadas Carnerero, causándole la muerte.
Con Eduardo Miura la ganadería
vivió una de las épocas más importantes, pero al mismo tiempo, uno de los momentos
quizás más difíciles, sobre todo por la trágica leyenda que iba escribiendo. Enseguida
se pasó de contar con la aprobación de casi todos, a un desprecio absoluto por
casi todos.
Son los tiempos del famoso “pleito de los miura”. Durante este
tiempo, que comienza en 1908, desde la “Unión Taurina” formada por un grupo de
figuras del torero de aquella época, se envía una carta a los empresarios
haciéndoles saber que cobrarían el doble por lidiar toros de Miura, ya que se
iba incrementado todas la temporadas en número de festejos en los que se
incluía éste ganado y ser estos toros más duros y más difíciles de torear. Se
trató quizás del primer gran pulso de poder entre ganaderos y toreros, donde
cada sector pretendía ejercer sus derechos y su posición en la Fiesta. Tras
algunas actuaciones por parte de uno y otro colectivo, como consecuencia
principalmente de la oposición de la afición, el plante de los toreros se vino
abajo, firmándose un documento por ambas partes, en el que unos se comprometían
a no subir sus honorarios cuando torearan, y Miura y los otros ganaderos, a quitar de los
contratos la cláusula de veto hacia aquellos toreros que cesurarán ganaderías
de la Unión.
En el año 1917 fallece don
Eduardo Miura Fernández “el de las Patillas”, dejando tres hijos doña María
Regla, don Antonio y don José Miura Hontoria, decidiéndose que fueran los
varones quienes se hicieran cargo de la ganadería.
“Los niños de Miura”, como así
se les llamó en sus tiempos. Representan la tercera generación de “miuras”
ganaderos que lidian en Madrid por primera vez, el 10 de junio de 1917
anunciándose en los carteles “Hijos de don Eduardo Miura”.
Son muy minuciosos a
la hora de realizar las tientas, exigiendo muchísimo a sus vacas. Tras morir
don Eduardo la ganadería se redujo a la mitad, conservando sus herederos sólo
500 vacas de vientre. Para hacernos una idea, mientras que don Eduardo Miura en
24 años lidia 4.152 toros, sus hijos entre 1927 y 1940, osea en 13 años, solo
lidiaron 1.200.
Ese mismo año de 1917, don
Antonio y don José Miura Hontoria, buscando un toro que se adecuara más al
toreo moderno que se imponía, osea un toro noble pero a la vez bravo y que se
fuera adaptando al último tercio, deciden echarle a un lote de vacas el semental
del encaste Parlade llamado “Banderillo” de la vacada de la Marquesa de
Tamarón, la que se hallaba en manos de Ramón Mora Figueroa y ello, quizás, influenciados por su gran amistad con Joselito “El Gallo”.
Como consecuencia de este
cruce, a finales de los años veinte comenzó a notarse un cambio de
comportamiento en los productos que se iban enviando a las plazas, ya que
apareció la bravura sin reserva, la humillación al embestir, el perseguir más
los engaños y sobre todo más duración en la faena, aunque de vez en cuando
saliese uno o varios ejemplares que hacían y hacen recordar a los primitivos.
Además de los cruces hasta ahora
mencionados, se habla también de que un toro del Conde de la Corte, fecundo
vacas miureñas y que algún semental de Palha también padreo en la ganadería.
Después no existe ningún otro cruce o al menosl en otro caso, ha quedado en el
más absoluto de los secretos.
En 1928 los Miuras abandonan el
Cortijo de Cuarto en Sevilla y trasladan los toros a Carmona a la finca “Cerro
Gordo” y las vacas a la finca Los Gallos y Los Catellares.
El 21 de mayo de 1930, un novillo
de Miura en Écija coge al novillero Pedro Carreño Martínez, el cual es
trasladado a Huelva su ciudad natal, donde fallece al día siguiente a los 22
años de edad. Esta será la única cogida mortal de un ejemplar miureño, estando
la ganadería regentada por los “Niños de Miura”.
A partir del año 1940, se hace
cargo de la ganadería don Eduardo Miura Fernández, hijo de don Antonio Miura
Hontoria y de su esposa doña Dolores Fernández Valera. Este don Eduardo
representa la cuarta generación, llevando el mismo nombre que su abuelo el
legendario “miura el de las patillas” y se hace cargo de la ganadería a la edad
de 27 años.
En aquellos años de posguerra, la
evolución de la ganadería había sido a mejor, triunfando rotundamente con este
ganado Manolete en la Feria de Sevilla de 1940 y 1945 y Pepe Luis Vázquez el
19 de abril de 1941. Durante esta época toreros como Luis Miguel Domingín,
Parrita, Manolo González y Antonio Ordoñez, se prodigaron en lidiar ganado de
esta vacada.
Los toros de Miura se trasladan en la década
de los cuarenta a la finca “Zahariche” de Lora del Río, finca de unas 500
hectáreas que llega a manos de don Eduardo, al contraer matrimonio con su mujer
doña María de las Mercedes Martínez Fernández.
Zahariche, deriva de una palabra
árabe que viene a significar “depósito de agua” o “estanque”. A la entrada de
la finca encontramos un mojón con el nombre de la propiedad y el hierro de la
ganadería y seguidamente aparece una impresionante portada de entrada, hecha
con tres palos de madera y unas calaveras de vacas y las letras del apellido
“MIURA”, idea de este don Eduardo Miura II, inspirándose en las entradas
cinematográficas a los rancho del “Far West” americano. Tras coger el camino nos encontramos con un caserío,
construido posiblemente durante los años veinte por su propietario anterior el
ganadero don Félix Urcola. Se trata de una construcción sencilla, repartiéndose
las distintas dependencias entorno a un patio de labor, conservándose todo
ello, casi en su estado primitivo. Su plaza de tientas se sitúa como a unos 100
metros del caserío, junto al camino de entrada, fue inaugurada el 4 de julio de
1951 y reinaugurada el 2 de marzo de 1966. Se trata de una de las pocas plazas
de tienta de forma cuadrada que existen en España. En su estructura se realiza
el manejo y los tentaderos al más puro estilo tradicional, como se ha venido
haciendo desde tiempos ancestrales. Los corrales, chiqueros, palco y demás
dependencias están realizados guardando las formas y dimensiones propias de la
casa. En fechas más recientes se ha edificado una nave para grano y dos
cobertizos para paja.
Durante este periodo y como lamentable suceso, hay que destacar la
cogida mortal del diestro cordobés Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, el 28
de agosto de 1947 en la Plaza de Toros de Linares, por el toro de Miura de
nombre “Islero”.
Durante el largo periodo que la
ganadería estuvo en manos de don Eduardo Miura Fernández II, concretamente 56
años, además del lamentable suceso referido, hubo buenos e importantes triunfos
por parte de muchos toreros y la ganadería estuvo presente en momentos
relevantes de la historia taurina de España, como en la primera feria de San
Isidro de Madrid, donde el 18 de mayo de 1947 fueron lidiados miuras por los
diestros Pepe Bienvenida, Pepe Luis Vázquez y Pepín Martín Vázquez, realizando
éste una gran faena que malogró con la espada.
Desde el 11 de mayo de 1952, en
que Antonio Bienvenida, Rafael Llorente y Manolo Navarro lidiaran una corrida
en Madrid, los “miuras” estuvieron trece años sin volver a la Plaza de las
Ventas, hasta que el 25 de mayo de 1965 El Viti, Curro Girón y Andrés Vázquez, volvieron a enfrentarse, además con éxito, a un encierro de Miura, que
ofreció triunfo a los tres toreros.
En la década de los setenta, ochenta y
parte de los noventa, son cuantiosos los éxitos que logran con toros de Miura,
toreros como Ruiz Miguel, Manili, los Hermanos Campuzano, Domingo Valderrama,
El Fundi, Padilla, Javier Castaño, etc.
El 27 de julio de 1996 fallece
don Eduardo Miura Fernández II en su casa Sevillana de Isaac Peral y la ganadería
pasa a manos de sus hijos don Eduardo y don Antonio José Miura Martínez, quinta
generación que dirige la vacada.
Con don Eduardo y don Antonio José
Miura Martínez, comienzan los tiempos actuales y el hierro Miura continúa
ofreciéndonos miedo, expectación, torería, verdad, pasión, solera, respeto, innovación,
fuerza, vibración, bravura y mansedumbre, dureza y manejabilidad, nobleza y
dificultad, sigue atrayéndonos y suscitando en los aficionados inquietud y
ganas de ver toros, de ver ese tipo de toro, genuino y auténtico que siempre y
para siempre ofrece Miura, única revolución ganadera que ha sabido perdurar
durante tanto tiempo.
El 26 de abril de 2015, se cumplió el 75 aniversario de lidiar Miura en la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla, de manera ininterrumpida.
Este año 2016 se han cumplido ya 20 años de que
los hijos de don Eduardo Miura Fernández II, se hicieron con las riendas
ganaderas de Miura, por ahora lo están haciendo bien y no nos están defraudando
a los aficionados, pero lo que además tiene valor, es que no están defraudando
a sus antepasadas generaciones de ganaderos sabios.
Para terminar, hacer una breve
referencia a los diestros que han toreado seis miuras en solitario y son:
Joselito El Gallo (17/10/1915), Antoñete (26/07/1956), Joaquín Bernadó
(03/09/1972), Espartaco (03/05/1987), Padilla (25/08/2001), Javier Castaño
(26/05/2012) y Ferrera (19/08/2014).
MIURA Y LOS COCHES: Resulta
curioso que en los años sesenta del siglo pasado, Ferrucio Lamborghini,
fabricante de la famosa marca de coches, saca su Lamborghini Miura, con el objetivo
de competir con Ferrari. Este fabricante es un apasionado al mundo del toro,
enamorado de la mítica ganadería de Miura. Además del modelo expresado, también
saco el modelo “Murciélago” por el toro de casta navarra indultado por
Lagartijo en Córdoba, el modelo “Islero” y el modelo “Gallardo”.
Ya se está preparando la sexta
generación de Miuras Ganaderos, la responsabilidad parece haber recaído en el
hijo de don Eduardo Miura Martínez, llamado don Eduardo Miura Fanjul, seguro
que es también un buen ganadero, pues lo lleva en la sangre.