domingo, 4 de diciembre de 2016

MIURA: 175 AÑOS DE REVOLUCIÓN GANADERA(II parte)

Una vez fallece el 31 de marzo de 1893 don Antonio Miura Fernández, soltero y sin descendencia, el que fuera autor verdadero de una obra genética que ha sabido conservarse con interés hasta nuestros días, es su hermano don Eduardo Miura Fernández quien se hace cargo de la vacada.

En esta época la ganadería de Miura, contaba con 1.000 vacas de vientre y seguía pastando en el Cortijo de Cuarto, al Sur de Sevilla, donde hoy se sitúa el Hospital de Nuestra Señora de Valme.

Cuando don Eduardo comienza a gestionar la ganadería cuenta con 43 años, luce pobladas patillas y es un prestigioso jinete que conoce al dedillo, los entresijos la vacada formada por su hermano Antonio, con el que se llevaba 24 años de diferencia.

El 25 de junio de 1893 se lidiaron a su nombre por vez primera en Madrid los toros de Miura. Don Eduardo era de estatura regular, más bien delgado, moreno y de piel curtida por el sol y el viento. La cara muy expresiva, con una permanente sonrisa, apenas esbozada. Sus largas patillas blancas le conferían un aspecto particular: no en vano, se le conocía como ‘el de las patillas’.

Catorce meses después de hacerse cargo don Eduardo de la vacada, se produce la muerte del afamado torero Manuel García “El Espartero”, al que le segó la vida el toro “Perdigón” de Miura en la Plaza de Madrid un 27 de mayo de 1894. 

Cuentan que el destino de “El Espartero” estaba escrito en Madrid, y dicen, que un gato negro se cruzó por delante del carruaje aquel fatídico día, cuando iba hacia la Plaza y que “Antolín” su banderillero se persignó con resignación y pavor, ante el regocijo del propio “Esparatero” que no era superticioso. 

El toro “Perdigón”, la temporada anterior fue echado para atrás en Madrid por ser considerado chico y mientras tanto, permaneció durante un año, en la dehesa que don Faustino Udaeta tenía en Manzanares el Real (Madrid), llegando incluso a padrear en un lote reducido de vacas. 

Y se sigue contando, que aquella tarde en Sevilla en el domicilio de don Eduardo en la Plaza de la Encarnación, a la criada se le olvidó encender las velas, que desde que comenzó a lidiarse toros de esta ganadería, se encendían todas las tardes de corrida, en la capilla de la casa de Miura. Cuando don Eduardo se da cuenta y tras una monumental bronca, los cirios fueron prendidos a toda prisa, sobre las cinco de la tarde. La corrida empezó a las cuatro y media, “Perdigón” le había avisado ya varias veces y fue cuando “El Espartero” se tiró a matar, cuando el toro en lugar de meter la cabeza en el engaño, lo esperó y lo lanzó para arriba como dos metros, cayendo el torero de cabeza, quien sin dolerse se levantó y se dirigió de nuevo hacia el morlaco y tras darle siete derechazos, se volcó sobre el morrillo asestándole una excelente estocada, entregándose tanto que “Perdigón” lo vuelve a prender, lo tira al suelo y le infiere una terrible cornada en el vientre de la que muere veinte minutos después.

En 1899 don Eduardo Miura compra en Lora del Río la finca “Margazuela”, la que revende en 1908, para comprar otras fincas entre Cantillana, Lora del Rio y La Campana, comenzando a trasladar el ganado a estas nuevas fincas, aunque conservando el Cortijo de Cuarto destinado a los toros de saca de cada año y donde iban los compradores a verlos.

El 7 de octubre de 1900, el toro de Miura “Receptor” ó “Desertor”, corneó mortalmente en la ingle al torero Domingo del Campo Alcaraz “Dominguín”, cuando toreaba en la Plaza de Toros de Barcelona.

“Agujeto” de Miura, el 18 de agosto de 1907 en Sanlúcar de Barrameda, dió una cornada en la tráquea al novillero Faustino Posadas Carnerero, causándole la muerte.

Con Eduardo Miura la ganadería vivió una de las épocas más importantes, pero al mismo tiempo, uno de los momentos quizás más difíciles, sobre todo por la trágica leyenda que iba escribiendo. Enseguida se pasó de contar con la aprobación de casi todos, a un desprecio absoluto por casi todos. 

Son los tiempos del famoso “pleito de los miura”. Durante este tiempo, que comienza en 1908, desde la “Unión Taurina” formada por un grupo de figuras del torero de aquella época, se envía una carta a los empresarios haciéndoles saber que cobrarían el doble por lidiar toros de Miura, ya que se iba incrementado todas la temporadas en número de festejos en los que se incluía éste ganado y ser estos toros más duros y más difíciles de torear. Se trató quizás del primer gran pulso de poder entre ganaderos y toreros, donde cada sector pretendía ejercer sus derechos y su posición en la Fiesta. Tras algunas actuaciones por parte de uno y otro colectivo, como consecuencia principalmente de la oposición de la afición, el plante de los toreros se vino abajo, firmándose un documento por ambas partes, en el que unos se comprometían a no subir sus honorarios cuando torearan, y Miura y los otros ganaderos, a quitar de los contratos la cláusula de veto hacia aquellos toreros que cesurarán ganaderías de la Unión.

En el año 1917 fallece don Eduardo Miura Fernández “el de las Patillas”, dejando tres hijos doña María Regla, don Antonio y don José Miura Hontoria, decidiéndose que fueran los varones quienes se hicieran cargo de la ganadería. 

“Los niños de Miura”, como así se les llamó en sus tiempos. Representan la tercera generación de “miuras” ganaderos que lidian en Madrid por primera vez, el 10 de junio de 1917 anunciándose en los carteles “Hijos de don Eduardo Miura”. 

Son muy minuciosos a la hora de realizar las tientas, exigiendo muchísimo a sus vacas. Tras morir don Eduardo la ganadería se redujo a la mitad, conservando sus herederos sólo 500 vacas de vientre. Para hacernos una idea, mientras que don Eduardo Miura en 24 años lidia 4.152 toros, sus hijos entre 1927 y 1940, osea en 13 años, solo lidiaron 1.200.

Ese mismo año de 1917, don Antonio y don José Miura Hontoria, buscando un toro que se adecuara más al toreo moderno que se imponía, osea un toro noble pero a la vez bravo y que se fuera adaptando al último tercio, deciden echarle a un lote de vacas el semental del encaste Parlade llamado “Banderillo” de la vacada de la Marquesa de Tamarón, la que se hallaba en manos de Ramón Mora Figueroa y ello, quizás, influenciados por su gran amistad con Joselito “El Gallo”. 

Como consecuencia de este cruce, a finales de los años veinte comenzó a notarse un cambio de comportamiento en los productos que se iban enviando a las plazas, ya que apareció la bravura sin reserva, la humillación al embestir, el perseguir más los engaños y sobre todo más duración en la faena, aunque de vez en cuando saliese uno o varios ejemplares que hacían y hacen recordar a los primitivos.

Además de los cruces hasta ahora mencionados, se habla también de que un toro del Conde de la Corte, fecundo vacas miureñas y que algún semental de Palha también padreo en la ganadería. Después no existe ningún otro cruce o al menosl en otro caso, ha quedado en el más absoluto de los secretos.

En 1928 los Miuras abandonan el Cortijo de Cuarto en Sevilla y trasladan los toros a Carmona a la finca “Cerro Gordo” y las vacas a la finca Los Gallos y Los Catellares.


El 21 de mayo de 1930, un novillo de Miura en Écija coge al novillero Pedro Carreño Martínez, el cual es trasladado a Huelva su ciudad natal, donde fallece al día siguiente a los 22 años de edad. Esta será la única cogida mortal de un ejemplar miureño, estando la ganadería regentada por los “Niños de Miura”.

A partir del año 1940, se hace cargo de la ganadería don Eduardo Miura Fernández, hijo de don Antonio Miura Hontoria y de su esposa doña Dolores Fernández Valera. Este don Eduardo representa la cuarta generación, llevando el mismo nombre que su abuelo el legendario “miura el de las patillas” y se hace cargo de la ganadería a la edad de 27 años.

En aquellos años de posguerra, la evolución de la ganadería había sido a mejor, triunfando rotundamente con este ganado Manolete en la Feria de Sevilla de 1940 y 1945 y Pepe Luis Vázquez el 19 de abril de 1941. Durante esta época toreros como Luis Miguel Domingín, Parrita, Manolo González y Antonio Ordoñez, se prodigaron en lidiar ganado de esta vacada.

Los toros de Miura se trasladan en la década de los cuarenta a la finca “Zahariche” de Lora del Río, finca de unas 500 hectáreas que llega a manos de don Eduardo, al contraer matrimonio con su mujer doña María de las Mercedes Martínez Fernández.

Zahariche, deriva de una palabra árabe que viene a significar “depósito de agua” o “estanque”. A la entrada de la finca encontramos un mojón con el nombre de la propiedad y el hierro de la ganadería y seguidamente aparece una impresionante portada de entrada, hecha con tres palos de madera y unas calaveras de vacas y las letras del apellido “MIURA”, idea de este don Eduardo Miura II, inspirándose en las entradas cinematográficas a los rancho del “Far West” americano. Tras coger el camino nos encontramos con un caserío, construido posiblemente durante los años veinte por su propietario anterior el ganadero don Félix Urcola. Se trata de una construcción sencilla, repartiéndose las distintas dependencias entorno a un patio de labor, conservándose todo ello, casi en su estado primitivo. Su plaza de tientas se sitúa como a unos 100 metros del caserío, junto al camino de entrada, fue inaugurada el 4 de julio de 1951 y reinaugurada el 2 de marzo de 1966. Se trata de una de las pocas plazas de tienta de forma cuadrada que existen en España. En su estructura se realiza el manejo y los tentaderos al más puro estilo tradicional, como se ha venido haciendo desde tiempos ancestrales. Los corrales, chiqueros, palco y demás dependencias están realizados guardando las formas y dimensiones propias de la casa. En fechas más recientes se ha edificado una nave para grano y dos cobertizos para paja.

Durante este periodo y como lamentable suceso, hay que destacar la cogida mortal del diestro cordobés Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, el 28 de agosto de 1947 en la Plaza de Toros de Linares, por el toro de Miura de nombre “Islero”.

Durante el largo periodo que la ganadería estuvo en manos de don Eduardo Miura Fernández II, concretamente 56 años, además del lamentable suceso referido, hubo buenos e importantes triunfos por parte de muchos toreros y la ganadería estuvo presente en momentos relevantes de la historia taurina de España, como en la primera feria de San Isidro de Madrid, donde el 18 de mayo de 1947 fueron lidiados miuras por los diestros Pepe Bienvenida, Pepe Luis Vázquez y Pepín Martín Vázquez, realizando éste una gran faena que malogró con la espada.

Desde el 11 de mayo de 1952, en que Antonio Bienvenida, Rafael Llorente y Manolo Navarro lidiaran una corrida en Madrid, los “miuras” estuvieron trece años sin volver a la Plaza de las Ventas, hasta que el 25 de mayo de 1965 El Viti, Curro Girón y Andrés Vázquez, volvieron a enfrentarse, además con éxito, a un encierro de Miura, que ofreció triunfo a los tres toreros. 

En la década de los setenta, ochenta y parte de los noventa, son cuantiosos los éxitos que logran con toros de Miura, toreros como Ruiz Miguel, Manili, los Hermanos Campuzano, Domingo Valderrama, El Fundi, Padilla, Javier Castaño, etc.

El 27 de julio de 1996 fallece don Eduardo Miura Fernández II en su casa Sevillana de Isaac Peral y la ganadería pasa a manos de sus hijos don Eduardo y don Antonio José Miura Martínez, quinta generación que dirige la vacada.
Con don Eduardo y don Antonio José Miura Martínez, comienzan los tiempos actuales y el hierro Miura continúa ofreciéndonos miedo, expectación, torería, verdad, pasión, solera, respeto, innovación, fuerza, vibración, bravura y mansedumbre, dureza y manejabilidad, nobleza y dificultad, sigue atrayéndonos y suscitando en los aficionados inquietud y ganas de ver toros, de ver ese tipo de toro, genuino y auténtico que siempre y para siempre ofrece Miura, única revolución ganadera que ha sabido perdurar durante tanto tiempo.

El 26 de abril de 2015, se cumplió el 75 aniversario de lidiar Miura en la Plaza de la Real Maestranza de Sevilla, de manera ininterrumpida.

Este año 2016 se han cumplido ya 20 años de que los hijos de don Eduardo Miura Fernández II, se hicieron con las riendas ganaderas de Miura, por ahora lo están haciendo bien y no nos están defraudando a los aficionados, pero lo que además tiene valor, es que no están defraudando a sus antepasadas generaciones de ganaderos sabios.

Para terminar, hacer una breve referencia a los diestros que han toreado seis miuras en solitario y son: Joselito El Gallo (17/10/1915), Antoñete (26/07/1956), Joaquín Bernadó (03/09/1972), Espartaco (03/05/1987), Padilla (25/08/2001), Javier Castaño (26/05/2012) y Ferrera (19/08/2014).
MIURA Y LOS COCHES: Resulta curioso que en los años sesenta del siglo pasado, Ferrucio Lamborghini, fabricante de la famosa marca de coches, saca su Lamborghini Miura, con el objetivo de competir con Ferrari. Este fabricante es un apasionado al mundo del toro, enamorado de la mítica ganadería de Miura. Además del modelo expresado, también saco el modelo “Murciélago” por el toro de casta navarra indultado por Lagartijo en Córdoba, el modelo “Islero” y el modelo “Gallardo”.


Ya se está preparando la sexta generación de Miuras Ganaderos, la responsabilidad parece haber recaído en el hijo de don Eduardo Miura Martínez, llamado don Eduardo Miura Fanjul, seguro que es también un buen ganadero, pues lo lleva en la sangre.